Cinco días cinco

Quinto día con la pata tiesa.

En realidad, poner la pierna en alto no es un gran problema para mí, como todos recordaréis por mis constantes exhibiciones en el valenbús. Bien es cierto que no es lo mismo cruzar Andalucía con una pierna a la virulé, que hacer tu vida diaria con la amenaza del médico pendiendo cual espada de Damocles: "Si apoyas, se rompe el yeso, se desplaza la fractura, te tenemos que meter en quirófano y ponerte unas agujas en el pie". Es una razón poderosa para que haga equilibrios.

He descubierto que la silla del ordenador es un gran medio de transporte. Me recorro mi casa de punta a punta impulsándome con un pie como si fuera en patinete (esto no tiene mucho mérito porque mi casa es muy del siglo XXI, es decir, que se recorre en tres zancadas).

Desde aquí aprovecho para daros las gracias por vuestros mensajes de apoyo y ánimo, y para pediros perdón por si no os he cogido el móvil o se me ha cortado sin más (David, eso va por ti). En mi casa la cobertura es débil, y sólo junto al balcón está asegurada. Hablar a la pata coja por el balcón no es cómodo. Si encima se me va la batería y el cargador está en un lugar inaccesible, como me pasó con David, la hemos liado. En cualquier caso, mañana me voy a mi casa familiar, a El Puerto de Santa María, a que me cuiden mis papis, porque mi marido me abandona por un grupo de niños que se van de viaje de fin de curso y yo ahora soy una persona dependiente. Allí sí hay cobertura.

Besos para todos.

Manoli Prado

(que conste que la de la foto no es mi pierna, la mía tiene menos pelo)